Horizonte fenomenológico actual

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En Junio del 2003, la Asoc. Mundial de Psiquiatría convocó en Viena una conferencia internacional monográfica sobre “Diagnóstico en Psiquiatría”, donde se discutió desde la pertinencia y operatividad de las nosografías internacionales en uso, hasta la “fundamentación teórica del diagnóstico psiquiátrico”. ( De este último symposium fuimos ponentes dos de los autores del presente monográfico).

          En la mesa de conclusiones finales, varios de los participantes, no todos, convinieron en la necesidad de buscar una nueva fundamentación antropológica a la captación, comprensión y categorización del enfermar psíquico.

          Este hecho, por sí solo, ya revela un cierto estado de crisis de la situación actual de la psiquiatría. En general hay acuerdo respecto a una de sus raíces: la insuficiencia del neopositivismo que ha sustentado el intento objetivista. La razón fundamental de la insuficiencia epistemológica del positivismo es su creencia ingenua en la existencia de “hechos puros” objetivos, carentes de interpretaciones subjetivas o teóricas. Esto no lo sostiene hoy ningún epistemólogo, ni quedan hoy positivistas puros en ninguna ciencia. (ver d´Espagnat1 y Echeverría2.)

          Si a lo dicho sumamos que el positivismo niega la existencia real del sujeto y lo subjetivo, llegamos a las paradojas que tan ajustadamente señala Diego Gracia para la psicopatología en el II capítulo. Como dice Van Dusen (en Ruitenbeck3): “Resulta (...) notable, que la psicología y la psiquiatría, las mas subjetivas de las ciencias, sigan tratando de eliminar al observador”.

          Como ese II capítulo muestra, la fenomenología surge de la ardua labor de Husserl en el  intento de superar tanto el señalado positivismo cuanto el idealismo kantiano, con las aporías que ambas filosofías implicaban para la gnoseología y para la antropología. Si el positivismo sustenta que la subjetividad y el sujeto son creaciones fantásticas y no realidades como los hechos, para la filosofía y psicología idealista, no hay hechos reales, o al menos no los hay constatables. Sólo habría hechos “de” conciencia, sólo tendríamos acceso a los objetos de la conciencia, que serían re-presentaciones hechas, configuradas “por” la conciencia, como re-ferencias a unos supuestos objetos en–sí, inaccesibles. (Esta postura es constatable en la psicopatología reciente. Ver Castilla del Pino4, T1, 186)

          Estas aporías epistemológicas en realidad derivan del sustancialismo ontológico del viejo paradigma, tanto filosófico cuanto científico, contra el cual ha luchado denodadamente el pensamiento a lo largo del siglo XX (ver Bachelard5). En el sustancialismo los entes son percibidos y pensados como cosas aisladas, siendo cada una algo “en sí” misma, desde la sub-stancia esencial inmutable, que la hace ser lo que es, pudiendo los entes tener ulteriormente relaciones entre sí.

          La superación de ese sustancialismo ha originado un nuevo paradigma  donde los seres son percibidos como existiendo “en” y “desde” las relaciones o respectividades en que consisten los procesos dinámicos que hacen surgir las estructuras locales desde los sistemas generales. (L.v Bertalanffy6). Esta visión dialéctico-comunicacional de la realidad, ha sido explorada por la fenomenología y la muestra el capítulo III de Otto Dörr, señalando claramente algunas de sus implicaciones  epistemológicas y terapéuticas.

          La superación del sustancialismo permite ver a la vida biológica (zoon) como una comunicación diferencial, a través de la cual se construye el propio organismo (autopoiesis) al tiempo que es construido el apropiado nicho ecológico. (ver Jonas7). Del mismo modo, Husserl puso en camino, con su fenomenología, la superación de la visión substancialista de la vida humana, como preexistencia dualista de ambos polos –sujeto y objeto- y su ulterior relación tanto gnóstica cuanto práctica. El inmovilizador lastre de los dualismos (sujeto-objeto; representación-realidad; conciencia interior-mundo exterior; etc), con sus aporías insuperables, comenzó a ser superado: primero a nivel de los propios hechos de conciencia, los fenómenos, por el propio Husserl, y luego a nivel trascendente, por Heidegger, con el reemplazo del sujeto y su conciencia por el Dasein (ser-ahí) y de los objetos por los utensilios–a-la-mano. Esta progresiva superación del sustancialismo, que desveló la existencia humana como estructura de sentido, que se inició con Dilthey en el siglo XIX y se desplegó en el XX con la hermenéutica (ver Gadamer8), nos la muestran claramente Diego Gracia y Nolberto Espinosa en sus respectivos capítulos. Al tiempo, el primero muestra el horizonte abierto desde la fenomenología hacia la riquísima visión antropológica transfenomenológica (noología) de Zubiri9. Por su parte Espinosa nos muestra una de las posibilidades terapéuticas de la fenomenología hermenéutica, aplicada.

          Completo el panorama de esta presentación de los frutos de la fenomenología, mencionando  la fenomenología de la “carne”, de la corporalidad viviendo, desde las obras capitales de Merleau-Ponty10, hasta los sutiles análisis de Michel Hénry11. Este es un campo inexcusable en psicopatología ya que la existencia es siempre “encarnada” y, por otro lado, la psiquiatría –malgré tout- es una rama de la medicina.

          Menciono también los trabajos fenomenológicos de Sartre12 sobre la imaginación y lo imaginario, dada la íntima vinculación de las estructuras psicopatológicas con el mundo imaginario. Por último, menciono los trabajos sobre la “reificación” de todo lo percibido, realizados desde la sociología fenomenológica por Berger y Luckman13, ya que todo lo presente en los síntomas del paciente detenta el carácter de lo real para éste; de no ser así el paciente no se vería afectado por esos contenidos sintomáticos.

          Los dos conceptos básicos de la fenomenología han sido y siguen siendo fuente de comprensión, esclarecimiento y enriquecimiento de la psicopatología. Me refiero a los conceptos, ya creados por Husserl, de intencionalidad y mundo de vida (“Lebenswlt”).

          La intencionalidad de los fenómenos de la existencia humana, hace aparecer “lo” que afecta al ser humano -el sentido- al tiempo que hace aparecer al propio ser humano como encontrándo-se afectado de un modo concreto. Este es, precisamente, el ámbito de la psicopatología: el ámbito del sentido de las cosas, hechos y sucesos de la vida, sentidos afectivamente por la persona, según lo cual ésta se siente, se encuentra bien o mal, en el mundo y en la vida.

          A la intencionalidad -presente en todos los capítulos- dedica el suyo Pablo Ramos, mostrando su ambigua historia en el seno de la psicopatología. Quedan aquí expuestas las luces y las sombras de la pretensión aún incipiente de esta corriente, en la superación del psicologismo naturalizante que tiende a la objetivación reificante de la vida psíquica y de nosotros mismos.

          La intencionalidad de la existencia es la que “abre” el mundo: el mundo del sentido de los “fenómenos” del primer Husserl; el sentido del mundo del “proyecto existenciario” del primer Heidegger. Ambos pensadores, evolucionaron luego hacia ver la intencionalidad constituyente, la apertura al mundo, como ya previamente constituída o fundamentada.

          Husserl14, en su obra madura, desarrolla el concepto de “mundo de vida” para describir el ámbito de significados y sentidos en que habitamos natural e ingenuamente, como ámbito de realidades ya dado a nuestra vida, que condiciona nuestro propio modo de percibir y sentir. Es un concepto que conecta –sólo conecta- con el paradigma ontológico, que condiciona la visión humana, incluso la científica. (Kuhn15). Heidegger también evoluciona, en su obra tardía16,  a ver la existencia humana ya fundamentada por el evento o acaecimiento (“Ereignis”), que constituye la instancia que nos insta a existir.

          El concepto husserliano de mundo  de vida, muy operativo en la praxis, ha dado ya algunos frutos maduros en psicopatología: es el “mundo pseudomágico” del obsesivo, descrito por Gebsattel17; el mundo rígido de “includencia y remanencia” descrito por Tellenbach18 para el depresivo, y de “hipernomia” para este mismo, descrito por Kraus19; o la “forma de vida” maníaca, descrita por Binswanger20. ¡El mundo en que habita el paciente condiciona la aparición de las estructuras psicopatológicas!

          Al mundo de vida he dedicado yo mismo el último capítulo, aplicándolo a una psicopatología concreta de plena actualidad,  la anorexia.

Como mera indicación de la productividad actual de la fenomenología en psicopatología, recomiendo la lectura de las investigaciones en torno al Self de Zahavi21 y las de Stanghellini22 sobre la esquizofrenia.

          El tema de la fenomenología, un tanto desactualizado en la psicopatología de los últimos 30 años, vuelve a crear gran espectativa, no de reemplazar a otros métodos o visiones, sino de fecundar a (y ser fecundado por) otras perspectivas vigentes en la actualidad. O de originar ramas que vayan más allá de su entorno, hacia una perspectiva transfenomenológica. (Ver Cap. I y Pelegrina23)

            Esta posible interfecundación de la fenomenología fue tema central de ponencias, y también de los corrillos, en el último Congreso de Filosofía, Psicología y Psiquiatría, celebrado en septiembre del 2004 en Heidelberg, la cuna de la psicopatología fenomenológica. ¡Esperemos que renazca!.

Publicado

Monografías de Psiquiatría. Madrid 2006 (año 18, Nº 1)

Bibliografía

1.- d´Espagnat, B.: 1983.- En busca de lo real.Madrid- Alianza.

2.- Echevarría, J.: 1999.- Introducción a la metodología de la ciencia, Madrid- Cátedra.

3.- Ruitenbeck, H.; Tillich, P.; Binswanger, L. et al.: 1965.- Psicoanálisis y filosofía existencial.- Bs. As. –Paidos (pag.45)

4.- Castilla del Pino, C.: 1979.- Introducción a la Psiquiatría (2 T) Madrid- Alianza

5.- Bachelard, G.:1973.- Epistemología.- Barcelona- Anagrama.

6.- Bertalanffy, L.von.:1976.- Teoría general de los sistemas.- Madrid- F.C.E.

7.- Jonas, H.: 2000.- El principio vida.- Madrid- Trotta.

8.- Gadamer, H.G.: 1998.- El giro hermenéutico. Madrid- Cátedra.

9.- Zubiri, X.: 1986.- Sobre el Hombre. Madrid- Alianza.

10.- Merleau-Ponty, M.: 1953.- La estructura del comportamiento. Bs.As.- Hachette 1957: Fenomenología de la percepción. México- F.C.E.

11.- Hénry, M.:  1965: Philosophie et Phenomenologie du Corps.Paris- PUF

12.- Sartre, J.P.: 1964: Lo imaginario. Bs.As.- Losada.

13.- Berger, P. y Luckmann, Th.: 1968: La construcción social de la realidad. Bs.As. – Amorrortu.

14.- Husserl, E.: 1991: La crisis de las ciencias europeas. Barcelona- Crítica.

15.- Kuhn, Th.: 1997: La estructura de las revoluciones científicas. México- F.C.E

16.- Heidegger, M.: 2003: Aportes a la filosofía. Acerca del Evento Bs.As. Almagesto

17.- Gebsattel, V.v.: 1966: Antropología Médica. Madrid- Rialp.

18.- Tellenbach, H.: 1969: Estudios sobre la patogénesis de las perturbaciones Psíquicas. México- F.C.E.

19.- Kraus, A.: 2003: Intolerance of ambiguity and statothymia in manic-depressives. Psych. et Neurol.Japonica. 105 (5), 516-21   

20.- Binswanger, L.: 1973: Sobre la forma maniaca de vida. En artículos y conferencias escogidas. (413-35) Madrid- Gredos.

21.- Zahavi, D.: 1999: Self-Awareness and Alterity. A phenomenological investigation. Evanston. Northw. Univ. Press. I.L.

22.- Stanghellini, G.: 2004: Disembodied Spirits and Deanimated Bodies. Oxford. U.K.Oxford Univ. Press.

23.- Pelegrina, H.: 2004: Fenomenología. Perspectivas transfenomenológicas en psicopatología; en Imágenes de la psiquiatría Española (75-88) Barcelona. Glosa.