El criticismo del idealismo y su yo trascendental transformó la previa "fisosofía de la subjetividad" en "fisosofía de la experiencia".
Esta nueva filosofía no es una visión substancialista de la ontología, sino una visión comunicacional, que percibe las estructuras reales como totalidades emergentes de sistemas relacionales. Esta nueva visión superó los viejos dualismos con sus problemas, especialmente el subjetivismo de la conciencia, pero trajo consigo otras dificultades como la desaparición del sujeto en el pensamiento heideggeriano temprano.
La eliminación del sujeto puede ser constatada también en el estructuralismo, pero yo creo que no es posible una psicopatología sin un sujeto propietario de su cuerpo, de su mundo y de su vida.
La superación del idealismo erradica al sujeto a priori, pero es compatible con la emergencia del sujeto desde la mismidad consistente y persistente del proceso relacional de la vida. Este último es un sujeto a posteriori, como vemos en la psicología y epistemología genéticas de Piaget.
En la filosofía y antropología filosófica este proceso ha sido descrito profundamente por Zubiri en cuatro pasos: el nivel del <<me>> (esto me afecta), que transforma lo meramente vivido (leben) en explícitamente vivenciado (erleben). El nivel del <<mi>> (esto es mio) y el nivel del yo (yo hago esto), los cuales soportan la posibilidad de la alienación de lo propio. Por último el nivel del <<yo mismo>> (yo mismo realizo esto), que señala al sujeto personal, el real propietario de la vida personal por apropiación. Si este último proceso no es realizado por la persona, se generan las estructuras psicopatológicas por una despersonalizada desapropiación.
7ª International Conference on Philosophy, Psychiatry and Psychology (PPP) (Heidelberg, Sept. 2004)
El criticismo del idealismo y su yo trascendental transformó la previa "fisosofía de la subjetividad" en "fisosofía de la experiencia". Esta nueva filosofía no es una visión substancialista de la ontología, sino una visión comunicacional, que percibe las estructuras reales como totalidades emergentes de sistemas relacionales. Esta nueva visión superó los viejos dualismos con sus problemas, especialmente el subjetivismo de la conciencia, pero trajo consigo otras dificultades como la desaparición del sujeto en el pensamiento heideggeriano temprano.
La eliminación del sujeto puede ser constatada también en el estructuralismo, pero yo creo que no es posible una psicopatología sin un sujeto propietario de su cuerpo, de su mundo y de su vida.
La superación del idealismo erradica al sujeto a priori, pero es compatible con la emergencia del sujeto desde la mismidad consistente y persistente del proceso relacional de la vida. Este último es un sujeto a posteriori, como vemos en la psicología y epistemología genéticas de Piaget.
En la filosofía y antropología filosófica este proceso ha sido descrito profundamente por Zubiri en cuatro pasos: el nivel del <<me>> (esto me afecta), que transforma lo meramente vivido (leben) en explícitamente vivenciado (erleben). El nivel del <<mi>> (esto es mio) y el nivel del yo (yo hago esto), los cuales soportan la posibilidad de la alienación de lo propio. Por último el nivel del <<yo mismo>> (yo mismo realizo esto), que señala al sujeto personal, el real propietario de la vida personal por apropiación. Si este último proceso no es realizado por la persona, se generan las estructuras psicopatológicas por una despersonalizada desapropiación.
Ponencia en la 7ª International Conference on Philisophy, Psychiatry and Psychology (Heidelberg, Sept. 2004)
En el tránsito del siglo XIX al XX, la crítica del idealismo transformó la "filosofía de la subjetividad" en "filosofía de la experiencia". Esta crítica cuestionó la preexistencia del sujeto trascendental “a priori” y su conciencia subjetiva.
La filosofía y la antropología postidealistas se desarrollaron, en el siglo XX, al compás de la superación del substancialismo ontológico en todos los campos del conocimiento. El substancialismo previo veía a la realidad compuesta por entes aislados, cada uno con su esencia “en sí” subyacente (la substancia), con la capacidad ulterior de establecer relaciones entre ellos, lo cual constituiría el orden causal determinante.
En el nuevo paradigma, ya "no hay cosas, sino procesos", dicho con las tempranas palabras de Whitehead. En esta nueva visión dialéctico-comunicacional las estructuras de la realidad surgirían como subsistemas regionales diferenciados del sistema general, constituyendo totalidades emergentes con su propia unidad estructural supraestante (“hyperkeimenon”), devenida en el proceso y no como una unidad previa subyacente, la substancia aristotélica (“hypokeimenon”).
En filosofía y antropología esto implicó la superación del substancialismo de la conciencia y su sujeto trascendental subyacente. El concepto mismo de conciencia, como entidad subjetiva, preexistente a la relación cognitiva, tendió a desaparecer. Y con ella desapareció el sujeto, como podemos ver en el Heidegger de "Ser y Tiempo" (Sein und Zeit).
Esto trajo una cantidad de ventajas para la comprensión de la existencia humana, superando los viejos dualismos de la teoría del conocimiento con sus aporías, como la incorporación de la realidad exterior a la conciencia, convertida en objetos “de” conciencia, como meras re-presentaciones. Desde Heidegger vemos que lo que aparece al hombre no son representaciones, son presentaciones o manifestaciones del “ser de lo que es” en la claridad de su existencia en el mundo (la Lichtung). Es la inmediata presencia ahí de utensilios, que se constituyen en la propia relación de sentido (útil “para” realizar un proyecto) de la existencia del Dasein en el mundo. El Dasein no sería tampoco un sujeto preexistente a la propia existencia, si no que su esencia sería su propia relación con el mundo, su ser-en-el-mundo, como es ya tópico.
Pero esta eliminación del sujeto a priori, hizo desaparecer, en alguna medida (no en toda), de la estructura existencial la mismidad consistente y persistente, el existente. Es lo que denunció tempranamente Levinas en su libro "De l'existence a l'existente".
La desaparición del sujeto se constata también en los estructuralismos, al menos en los no genéticos. Ahora bien, desde la praxis clínica y desde la reflexión antropológica no es posible entender una psicopatología sin un sujeto propietario de su cuerpo, de su mundo y de su vida. Así también parece haberlo visto von Gebsattel, al menos parcialmente, cuando dice: "¿La independización de los sistemas funcionales biológicos y psíquicos frente al todo personal no entraña, en su llegar a ser personal, un trastorno? ¿Quizá el trastorno fundamental de la neurosis?" Coherente con ello Gebsattel señala como "deber de la terapia (...) poner en marcha la apropiación (...) el interrumpido proceso de la realización del sí mismo". Sí mismo al cual este autor da consistencia y persistencia más allá o más acá de la existencia. Así, hablando del síndrome de desrealización-despersonalización, nos señala que el "vacío se desarrolla sobre el fondo de un Dasein que, aunque permanece, se ha hecho irrealizable".
No es posible comprender la alienación de la mano en el “grafoespasmo”, la de la fisonomía en la “dismorfofobia”, la del espacio en la “agorafobia”, etc., sin que haya un sujeto propietario de esas dimensiones del propio cuerpo o del mundo propio, respecto de quien se han vuelto extrañas o enajenadas.
En Psicopatología es imprescindible el sujeto propietario de la vida, de la propia existencia. De aquí la necesidad de introducir al sujeto nuevamente en la antropología. Este nuevo sujeto no debe ser el viejo sujeto a priori del idealismo, sino un sujeto a posteriori, emergente de la propia relación comunicacional organismo-medio, como es el caso del sujeto en la psicología y epistemología genéticas de Piaget.
En el ámbito de la filosofía y la antropología, la aparición progresiva del sujeto ha sido rigurosamente descrita por Zubiri en cuatro niveles, a partir de la transformación de la sensibilidad animal en inteligencia, haciendo emerger un nuevo nivel ontológico. En este nivel propiamente antropológico, la comunicación informacional organismo – entorno, ya no hace aparecer al medio vital como meros estímulos de conducta, sino como realidades que pueden o no ser estimulantes para el comportamiento. Real es el modo de quedar presente lo actualizado, por la sensibilidad inteligente, como siendo por sí mismo algo “de suyo”, al tiempo que el organismo inteligente queda presente en la relación como siendo propiamente alguien.
El primer nivel del sujeto es el de la aparición del <<me>>: esto me afecta. La vida inicialmente es meramente vivida (leben en alemán), sin que se haga explícita la diferencia entre el individuo y la realidad en que opera y con que opera en su entorno (caminar distraídamente sin dificultades ejecutivas). Cuando lo vivido se hace explícito, vivenciado (erlebet) porque algo determinado me afecta, positiva o negativamente, aparece expresamente lo que me afecta, con su sentido para mi ser-me. Al tiempo aparezco expresamente como sujeto afectado; me-encuentro … afectado por la emoción que me conmueve por el sentido afectante de lo real, que imprime su carácter en mi sensibilidad. Me hago alguien expresamente afectado por algo expresamente afectante. <<Esto me afecta.>>. Con este nivel vivencial aparece el sujeto en su patentización primaria, que es pasiva, un sujeto que padece la acción de lo otro, y con ello aparece explícitamente el ámbito de lo psíquico, de ese particular individuo.
El segundo nivel del sujeto es el del <<mí>>: esto es mío. Aquí el sujeto particular no sólo está afectado explícitamente por algo, sino que experimenta la posesión de algo que le pertenece íntimamente a él. Se trata aquí de la experiencia de lo inherente al sujeto, de la experiencia explícita de la propiedad real como disponibilidad intrínseca del propio cuerpo y del propio terreno del mundo en el cual y con el cual estamos realizando nuestra vida.
En este nivel es donde aparecen muchas de las alienaciones de las estructuras psicopatológicas. Es el caso de las señaladas anteriormente o de otras. Como el extrañamiento enemistoso del cuerpo en la hipocondría, o la alienación de la profundidad, de la tercera dimensión espacial en las fobias de objeto. En ellas el espacio vivenciado ha dejado de ser la distancia donde se encuentra el objeto, al alcance de mi propia disposición, sino que es ahora la distancia inmediata donde me encuentro al alcance de la acción amenazante del objeto. El objeto es el dueño del espacio. También el sujeto pierde la propiedad del tiempo de despliegue propio en la ansiedad, pues el tiempo le aparece como pura exigencia incumplible del mundo (la vida me exige hacer-me sin darme tiempo para ello; o pierde la posibilidad de apropiación del tiempo como futuro de realización personal en la depresión, pues el mundo entero le aparece como recursos inaccesibles para él.
El tercer nivel de aparición del sujeto es el del <<yo>>: yo hago esto. Es el surgimiento explícito del sujeto activo, más allá del sujeto afectivo (el me) y más allá del sujeto posesivo (el mi).
Este que soy yo, aparece en la experiencia como el sujeto que origina la conducta operativa con las cosas del mundo, como origen propositivo y ejecutivo del comportamiento: yo hablo, yo camino, yo conduzco, yo pienso, etc.
En este nivel aparece el resto de las alienaciones psicopatológicas. Es el caso de algunos fenómenos delirantes psicóticos, como cuando el paciente experimenta que es otro quien dice sus palabras o piensa sus pensamientos. O la pérdida del sujeto que activa los movimientos dirigidos a objetivos en la catatonía. Pero también es el caso de otros fenómenos no psicóticos como el de las ocurrencias obsesivas, donde el sujeto estimativo personal, el yo autónomo, ha desaparecido, sintiéndose responsable de acciones meramente pensadas como si las hubiese ejecutado. O es el caso de la angustia aguda, con la sensación de amenaza de desaparición del yo: como unidad captativa (pérdida de conciencia); como unidad coherente de conducta (volverse loco) o como unidad viviente (morirse). O es el caso de las paresias y parálisis histéricas, como en el caso del “grafoespasmo” o calambre del escribiente.
En todo caso, es en los últimos dos niveles (del mí y del yo) donde aparecen las estructuras alienadas, estando en general implicados los dos niveles en cada estructura de alienación.
Por el contrario, el nivel del “me” sólo se pierde en la neuropatología (en la neuro-psicopatología), pero nunca se pierde en la pura psicopatología. Incluso el psicótico manifiesta que “ellos me roban los pensamientos”. Si desaparece el me, los síntomas dejarían de afectarme a mí, ya no habría psicopatología vivencial. Sería el caso de una “agnosia al dolor” o una demenciación que impida sentir-se afectado.
El cuarto nivel de aparición del sujeto, el último en emerger y el más evolucionado como diferenciación frente al medio y como dominio sobre él, es el del <<yo mismo>>: yo mismo realizo mi propia vida. Este es el nivel del yo personal, quien, desde su libertad de autonomía frente a la heteronomía, se apropia de sí mismo, de su mundo personal y de su propia vida, con sus propios criterios otorgando valor a las cosas “desde sí mismo para sí mismo”. Este sujeto se convierte en el real propietario de su vida personal por libre apropiación.
Es realmente en este nivel donde se producen los procesos alienantes, las conductas des-apropiativas, cuyos productos aparecen como síntomas alienados en los dos niveles anteriores. La alienación personal, es producida por la propia persona, quien, en lugar de apropiarse de su vida, se des-apropia de ella, desrealizándola y despersonalizándose.
Alienación y apropiación son antónimas. Y lo alienado por la alienación, constituye el síntoma objetivado, como producto del proceso personal de des-apropiación, el cual se hace manifiesto para la propia persona en los niveles del mí y del yo. Los procesos desapropiativos son, justamente, las estructuras psicopatológicas alienantes, producidas por un sujeto personal que no ejerce su propia libertad apropiativa de su vida en el mundo. Pero este proceso apropiativo no es practicable, ni pensable, sin un sujeto activo que se autoconstruye como un sí mismo, relativamente independiente de las circunstancias, lo que ningún animal posee. De aquí que la conducta animal nunca sea alienada, ni alienante.
Este proceso auto-constitutivo del sujeto personal, por apropiación de la vida, es cada vez más presente en la bibliografía filosófica y antropológica. Señalo sumariamente: a Levinas, para quien la transformación de “lo otro en mismo” es fuente primaria de “vida personal” y para quien “el existente es dueño del existir”. Gehlen, quien destaca como las dos tareas fundamentales del hombre: “apropiarse del mundo (...y) apropiarse de sí mismo”. Michel Henry, quien nos dice que la “coapropiación original cuerpo-tierra (...) hace de nosotros los propietarios del mundo (...) debido a la condición corporal del ser (...) cuerpo apropiado”. Habermas, quien diferencia “el <<sí mismo>> (...) del yo que actúa espontáneamente”, señala que este “<<sí mismo>> (...) tiene que recogerse de la facticidad (...) y convertirla en él mismo”. Y confirma: “Ello sólo es posible si el individuo se apropia críticamente su propia biografía”. Ricoeur, quien ha elaborado profundamente la auto-diferenciación personal, la “ipseidad”, de la mera “identidad” del individuo. Por último Jonas, para quien “la apropiación constituye un principio universal de identidad”.
Concluyo diciendo que el sujeto, como emergente de la historicidad de la existencia, al apropiarse de sí mismo se autoconstituye en origen de la propia historia personal, del tiempo personal, y del espacio personal. Si falla este llegar a ser personal, surge la psicopatología y sus alienaciones.
Bibliografía
1.- Whitehead, A. Proceso y Realidad. Buenos Aires: Ed. Losada; 1956. (Orig. Process and Reality)
2.- Nicolis, G. and Prigogine, I. La estructura de lo complejo. Madrid: Alianza, 1994 [Orig.: Die Erforshung des Komplexen].
3.- Bertalanffy, L. von. General System Theory. New York: George Braziller; 1968.
4.- Bachelard, G.- Épistémologie. Paris: Presses Universitaires de France, 1971
5.- Gurvitsch, A.- The Field of Consciousness. Pittsburgh: Duquesne University Press, 1964.
6.- Pelegrina, H.- Hacia una dialéctica estructural de la conciencia. Archivos de Neurobiología 1975; XXXVIII (6); 497-518.
7.- Heidegger, M.- El ser y el tiempo. México: Fondo Cultura Económica, 1951 [Orig.: Sein und Zeit]
8.- Levinas, E.: De l´existence a l´existant. Paris: PUF, 1947.
9.- Gebsattel, F. von. Antropología Médica. Madrid: Rialp, 1966 (pp.429, 425 and 66-7 [Orig.: Prolegomena einer medizinischen Anthropologie]
10.- Zubiri, X.: Sobre el Hombre. Madrid. Alianza, 1986.
11.- Zubiri, X.- Inteligencia sentiente (Inteligencia y realidad). Madrid: Alianza, 1980 [English trad.: Private edition by Thomas Fowler, available in Zubiri Foundation of America <<w.w.w.zubiri.org.>>]
12.- Dilthey, W. Psicología y teoría del conocimiento. México: FCE; 1951 (ob. compl. TVI-pp.362-9 and 249-272)
13.- Pelegrina, H.- Vivencia y experiencia. Arch. Psquiatr. (Madrid) 2002; 65 (4): pp.265-90)
14.- Pelegrina, H.- Estructura espacial de lo fóbico.Vertex-Rev.Argent. Psiquiatría (Bs.As) 1996; 23 pp.5-13)
15.- Straus, E.- Phenomenological Psychology. New York: Basic Books; 1966.
16.- Pelegrina, H.- La catatonía como desestructuración del espacio. Actas Luso Esp.Neur.Psiquiatr. Madrid 1984; 12-6 pp.393-403.
17.- Gadamer, H.G.- El estado oculto de la salud. Barcelona: Gedisa; 1996 pp.115 and 122-3. (Orig. Über die Verborgenheit der Gesundheit)
18.- Pelegrina, H.: Estructura “intencional-axiológica” de los fenómenos obsesivos. Vertex-Rev. Argent. Psiquiatr. (Bs.As.)1990- I nº 2; pp. 5-10)
19.- Castoriadis, C.: Fait et à faire. Les carrefours du labyrinthe V. Paris: Ed. du Seuil; 1997.
20.- Jonas, H.: El principio vida. Hacia una biología filosófica. Madrid: Trotta; 2000. (Orig.: Das Prinzip Leben. Ansätze zu einer Philosophischen Biologie. Insel Verlag; Frankfurt um Main und Leipzig. 1994)
21.- Gehlen, A.: El hombre. Salamanca: Sígueme; 1987 (orig. Der Mensch)
22.- Henry, M.: Philosophie et Phénoménologie du Corps. Paris: PUF: 1965
23.- Habermas, J.: Pensamiento postmetafísico. Madrid: Taurus; 1990 (orig. Nach-metaphysisches Denken)
24.- Tugendhat, E.- Autoconciencia y autodeterminación. México: FCE; 1993 (orig. Selbstbewusstsein und Selbstbestimmung. Sprachanalytische Interpretationen.
25.- Ricoeur, P.- Soi-même comme un autre. Paris: Ed.du Seuil; 1990.
26.- Zubiri, X.: Estructura dinámica de la realidad. Madrid: Alianza; 1989. (English trad.: Dynamic Structure of Reality. Chicago: Univers. Illinois Press; 2003)
27.- Luhmann, N. Complejidad y modernidad. De la unidad a la diferenciación. Madrid: Trotta; 1998 (Origs.: Soziologische Aufklärung, Beobachtungen der Moderne, Paradigm lost: Uber die ethische Reflexion der Moral)
28.- Touraine A. and Khosrokhayar, F. La recherche de soi. Paris: Fayard; 2000
29.- Zahavi, D. Phenomenology of self. In Kircher & David (eds.): The self in Neuroscience and Psychiatry. Cambridge Univ. Press; 2003 pp.56-75.